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Los 10000 del Soplao: Una escuela de superación

Crónica de mi cuarto Soplao (3º en bici)

Por: Michael González Harbour

Descripción

Los 10000 del Soplao, también llamada el Infierno del Norte, es una marcha para bicicleta de montaña, de dureza extrema, organizada por el club MTB Cabezón. Tiene un total de 165 kilómetros por los montes que rodean Cabezón de la Sal y las comarcas cercanas de Cantabria. Los participantes en esta marcha tienen asegurados unos paisajes naturales impresionantes, pues la ruta transcurre por algunas de las más bellas zonas de bosque de Cantabria. El largo kilometraje y sobre todo el desnivel acumulado de más de 4800 metros hacen de esta ruta un auténtico reto personal, que sólo se puede superar con una buena preparación física y mental y convierten a esta prueba mítica en una escuela para la superación de cualquier meta que nos propongamos.


Mapa del recorrido

Mi tercer Soplao

Comencé a preparar mi cuarto Soplao, el del 2011, ya antes de celebrarse la edición del 2010. Un mes escaso antes de la prueba, ingresaba en el hospital con una hemorragia cerebral y comenzaba allí mi tercer Soplao, el de mi recuperación, esta vez sin bici. Aún con algunas dificultades para hablar y ver, y con algunas lagunas temporales para reconocer a mi gente, mi principal preocupación era mi familia. Aunque estaba muy asustado, mi experiencia en dos ocasiones anteriores en la escuela de superación de los 10000 de Soplao me impulsaba al optimismo. Como es lógico, los que más sufrían en esa situación eran las personas queridas que me acompañaban en esos momentos difíciles. Paula, mi mujer, amiga y compañera no se separaba de mi lado y juntos, de la mano, fuimos recorriendo los primeros metros del camino de la recuperación. También mis hijos, mis padres, hermanos, familia, amigos, todos me ayudaron a mantener ese optimismo necesario para afrontar los retos duros.

Cuando al cabo de unos días pregunté al neurocirujano por mi diagnóstico me dijo que probablemente me recuperaría y podría volver a mi vida normal. En ese momento pensaba en la bici. Me estaba perdiendo el Soplao del 2010, para el que me había entrenado con tanta ilusión, y puse mis esperanzas en recuperarme lo suficiente para poder volver a correr el Soplao en una edición futura. Ahí comencé a preparar mi cuarto Soplao, ese que haría ya montado en mi bici. Y mientras, seguía recorriendo el tercero desde la cama del hospital.

Continuaba mi mejoría y, ya desde casa, escribí un mensaje a mis compañeros de la familia de la bici, del ForoCantabriaMTB, deseándoles suerte para el Soplao. Esto es lo que les decía:

Este mensaje es para todos aquellos que estáis contando nerviosamente los días que faltan para el Soplao. Y que a cada rato libre voláis con la imaginación pedaleando por esas pistas y haciendo el entrenamiento mental de la prueba.

Los 10000 del Soplao es una prueba de resistencia física, pero también de resistencia mental. Cuando el "coco" empiece a quejarse de que es todo muy duro, el día de la prueba, recordad que podéis alimentarlo con renovadas fuerzas. Esas fuerzas las encontraréis pensando en los miles de participantes que hacéis lo mismo y los miles que ya lo hemos hecho en ediciones anteriores. La fuerza unida de todas esas personas hace labor de equipo y os ayudará a superar las dificultades.

No os olvidéis también de disfrutar cada minuto. Recordadle al "coco" lo tanto que nos gusta la bici. Hacemos el Soplao porque nos gusta la bici, la sensación de superar un reto en la montaña. Supongo que son nuestros instintos más primitivos los que nos empujan hacia ese amor por la montaña y la naturaleza.

Recordad también que ese día os llenaréis de emociones, quizás con algunos de los momentos más emotivos sobre la bici. La sensación de coronar Fuentes sabiendo que ya está hecho lo más duro!. Los gritos de ánimo del público al pasar por Los Tojos quizás os arranquen alguna lágrima. Nunca podréis olvidar la inigualable sensación de recorrer rápidamente las calles de Cabezón al llegar a meta, con un montón de gente animando y sabiendo que habéis sido capaces de superar el reto.

Kilómetros
0
Desnivel acumulado
casi nada
Cota Máxima
los 45 metros de la planta del hospital
Duración
219 días
Lugar de inicio y final
Mi casa
Dificultad
Alta
Fecha en que se realizó
Mayo a Noviembre de 2010
Datos básicos de mi tercer Soplao

Esas mismas palabras me servían a mi mismo en mi recorrido a la recuperación. Las fuerzas necesarias para afrontarlo las encontraba pensando en el apoyo de la fuerza unida de todos los me acompañaban en mi itinerario. También se unieron acompañándome en mi camino los miembros de la familia de la bici, con sus mensajes de ánimo y, simplemente, con sus historias de superación del Soplao que pude leer ávidamente en la pantalla de mi ordenador abriendo las páginas del foro. Fue especialmente emotivo el mensaje de ánimo que portó Vitrubio en su camiseta durante toda la prueba. Todos ayudasteis a que pudiese vivir el legendario "espíritu del Soplao" incluso sin poder montar en la bici.


Vitrubio en en Soplao 2010, con la camiseta deseándome ánimo


A medida que progresaba en mi mejoría iba negociando con mi médico el regreso a la bici. Al principio me dejó hacer dos kilómetros al día a ritmo suave. ¡Dos kilómetros! Yo supuse que para alguien acostumbrado a la bici cuatro kilómetros sería equivalente en esfuerzo a dos, por lo que salía a hacer cuatro kilómetros y luego, claro, tenía que volver a casa y hacía otros cuatro.

Recuperé un poco de mi libertad cuando el médico me permitió coger el volante. Pude ir a mi trabajo a saludar a todos mis compañeros de trabajo, que se aliviaron al ver mi mejoría. Para mí, estas pequeñas cotas de normalidad que iba recuperando eran rayos de luz que iluminaban el camino.

Un mes después el médico me dejó aumentar un poco los recorridos en bici. Luego, otro poco más. Me dijo que no pasase de 120 pulsaciones. En Septiembre me escapé una tarde con mi amigo Javier para subir a Peña Cabarga a ver pasar a los corredores de la Vuelta a España. Se me hizo difícil subir las rampas del 18% de pendiente a 120 pulsaciones. Tenía que llevar una cadencia muy baja y algunos de los espectadores se reían de mí por ir tan despacio. No me importaba, porque yo sabía que estaba dando un gran paso en mi camino. Disfruté viendo cómo Purito Rodríguez atacaba no lejos de la cima para ganar la etapa.


Preparados para ver pasar la Vuelta a España en Peña Cabarga.
Había un gran ambiente


Me identifiqué mucho con la foto que vi en el blog de PedroT, de un cartel que encontró durante su recorrido por el Camino de Santiago. Es un texto de Rudyard Kipling, el célebre escritor indo-británico autor del Libro de las Tierras Vírgenes que tantas veces leí en mi juventud. No tiene desperdicio, pero una frase lo resume: "Piensa que puedes y podrás".


Cartel en el Camino de Santiago


Llegaba ya al final de mi recorrido. A primeros de Noviembre me sometí ansioso a mi última resonancia y tres semanas después volví a la consulta de neurocirugía, de la mano de Paula para escuchar el veredicto. Las palabras del médico no podían ser mejores: "No quiero verte más por aquí. No vuelvas". Las lágrimas de la emoción del camino completado asomaron a mis ojos. Había terminado el Soplao particular de mi recuperación. Tardé varios días en creérmelo, y luego sólo quedaba ya festejarlo.

Los preparativos del Soplao 2011

Poco a poco me fui reincorporando al trabajo, recuperando mi vida normal. En cuanto tuve oportunidad estrené mi nueva vida de libertad con mis amigos de cantabriaenbici, Pedro y Javier. También me apunté a la quedada de noviembre organizada por el Club Valle de Buelna, donde pude saludar y recibir las felicitaciones de gran cantidad de amigos de la bici.


Imagen de la Quedada del Valle de Buelna

Aún tenía por delante un largo recorrido de preparación física, para recuperar la forma perdida. Una oportunidad para seguir disfrutando de la montaña, de la bici, de la naturaleza, de los amigos.

En Abril, después de entrenar por el primer bucle del Soplao decidí inscribirme. Me dieron el dorsal 3039. Continué el entrenamiento, con salidas más largas y frecuentes.

El día antes de la prueba me acompañó Paula a Cabezón de la Sal a buscar mi dorsal. El ambiente era excepcional. Casi no se podía llegar a la carpa de la organización, tal era la cantidad de gente. Ciclistas, atletas, acompañantes, y un gran ambiente de fiesta. Ya estaba preparado para la prueba.

Mi cuarto Soplao, esta vez con bici

La Salida

Suena el despertador a las 6:20. He dormido muy inquieto pensando en lo que me tocaría hacer al día siguiente. Estoy ansioso y lleno de ilusión. Este Soplao será para mí la confirmación de mi recuperación.

A las 7:00 llega mi hermano Tony para llevarme a Cabezón. Subimos la bici y el camelback al coche y salimos. Mientras vamos comentando las expectativas yo me preparo para las emociones que me esperan. El día ha amanecido nublado, con un buen pronóstico aunque alguna posibilidad de tormenta por la tarde. Por un momento se me pasan por la cabeza  las cosas que pueden ir mal: averías, caídas, desfallecimientos, ... Inmediatamente me acuerdo de las palabras de Rudyard Kipling. "El hombre que llega a la meta es aquel que cree poder hacerlo".

Mientras llegamos a Cabezón y vemos la cantidad de gente que hay, agradezco a Tony que me haya traído en su coche y así me haya librado de la búsqueda de un aparcamiento incierto.
Kilómetros
164
Desnivel acumulado
4794
Cota Máxima
1272
Duración
12:27 horas
Tiempo en movimiento
11:20 horas
Lugar de inicio y final
Cabezón de la Sal
Dificultad
Extrema
Mes en que se realizó
Mayo de 2011
Época recomendada
Primavera, verano, otoño
Datos básicos del Soplao 2011


Me coloco en la calle de la salida y espero impaciente junto a miles de bikers a que suene la ya clásica música de ACDC, "Autopista al Infierno". Mirando a cientos de ciclistas que tengo alrededor puedo ver la gran cantidad de ilusión que hay depositada en esta calle de Cabezón. Sumadas entre todas son miles de horas de entrenamientos, de preparación mental, ...

Poco después suena la traca de la salida. Un cariñoso abrazo me despide, pero pasan varios minutos hasta que puedo empezar a moverme y pasar por el arco de salida. Numeroso público aplaude en las calles y saludamos al pasar, llenos de emoción. La gran fiesta del ciclismo ha comenzado.


Los tensos momentos antes de la salida

El Monte Corona

Los primeros kilómetros rodando por el Monte Corona sirven para ir soltando los músculos y aliviando la tensión de la espera a la salida. Uno se va encontrando con las buenas sensaciones de pedalear a ritmo ligero, aunque en muchos casos hay que ir despacio debido a que somos muchos ciclistas, y nos apelotonamos. Formamos una hilera interminable y levantamos gran cantidad de polvo. Las pistas están secas. No habrá barro, y parece que vamos a disfrutar de unas condiciones ideales para la bici de montaña.


Formamos una larga hilera ascendiendo hacia el Monte Corona


Desde el primer momento empezamos a ver los efectos de las averías. Veré muchos pinchazos durante el día, pero por suerte no padeceré ninguno. También veré los resultados de alguna caída y la suerte me acompañará durante todo el día para evitarlas.


Un pinchazo temprano


En un momento de la subida me encontré con mi amigo PedroT y nos hicimos mutuamente sendas fotos. Aquí está la que me hizo él. Hablando de las expectativas que teníamos cada uno sobre la ruta, me volvió a recordar las palabras de Rudyard Kipling. "Si piensas que estás vencido, lo estás".


Este soy yo, retratado por PedroT


Al salir del Monte Corona llegamos al avituallamiento de Caviedes. Paro a comer un par de plátanos y un pastelillo. Este año me he propuesto parar en todos los avituallamientos, sin saltarme ninguno.


El avituallamiento de Caviedes

La Cueva del Soplao

La segunda fase de la prueba comienza con un recorrido por Roiz en el que disfrutamos de las vistas de los prados, verdes, bañados en la niebla de la mañana.


Los prados verdes en la zona de Roiz


Tras un corto recorrido por carretera llegamos a la primera dificultad montañosa, la subida de La Cocina, en forma de una impresionante rampa repleta de ciclistas que suben empujando las bicis debido a que, con el apelotonamiento de tanta gente no es posible subir montado.

Hago una foto desde la bici y me sorprendo al ver retratado en ella a mi amigo Javier. Luego estaría a pie de pista durante toda la jornada, proporcionándome avituallamiento y ánimos. Mas tarde se les unirían Paula, Tony, Pedro, Maite y Conchi, que pasaron el día siguiendo mi recorrido, conscientes de lo especial que era para mí la prueba en esta ocasión.


La subida de La Cocina abarrotada de ciclistas


La primera rampa de subida debe hacerse a pie por la cantidad de gente que hay, pero un poco más arriba ya es posible pedalear. Es un tramo difícil, con bastante pendiente y mucha piedra. Afortunadamente, el barro que en ediciones anteriores atascaba el cambio de mi bici está ahora seco.


La primera rampa de la subida de La Cocina


El Soplao tiene muchas historias, una por cada participante. Este ciclista de la foto comentaba con sus amigos que quería dar una sorpresa a su novia. El mensaje de amor escrito en su llamativo maillot nos arrancaba sonrisas y buenos recuerdos, a cada uno de su historia personal.


Mensaje en el maillot


La subida culmina en el aparcamiento del Soplao, donde un montón de turistas se extrañan de ver pasar a miles de ciclistas de montaña. El descenso posterior hacia Celis es peligroso, y a cada trecho nos encontramos personal de protección civil indicando los peligros y las mejores trazadas: "Pasad por la derecha en el regato", ""Mejor por la izquierda". Nos sentimos protegidos.


El inicio de la bajada hacia Celis

El Monte Aa

Antes de alcanzar la temida subida del  Monte Aa debemos atravesar un arroyo, que hoy está seco. A pesar de las piedras lo paso montado en bici, pues así es más divertido.


Atravesamos el arroyo, hoy casi seco


Llegamos al pintoresco pueblo de Carmona por una pista. Mientras vemos acercarse las casas del pueblo contemplamos a lo lejos la Collada a la que debemos ascender.


Llegando a Carmona

Las rampas de más del 22% de pendiente nos exigen un buen esfuerzo. A mitad de la subida oigo unos gritos: ¡Michael! ¡Michael! ¡Venga que tu puedes! ¡Recuerda disfrutar!. Son amigos de la bici que están a pie de pista animándonos y compartiendo con nosotros esta fiesta.

Tras pasar las rampas más duras la ascensión se suaviza y puedo contemplar amplias vistas del valle, con el pueblo de Carmona al fondo. Una vez alcanzado el alto se inicia un rápido y divertido descenso por los frondosos bosques de robles que crecen altos y rectos.


El valle de Carmona


En poco tiempo llego a Ruente donde me reencuentro con Javier, que me pasa bebida isotónica, barritas energéticas y crema de protección solar. Empieza a salir el sol entre las nubes, aunque la temperatura se mantiene en valores muy agradables.

El Moral: El legendario hombre del cencerro

Este soy yo subiendo hacia la campa de Ucieda, donde se encuentra instalado un macro-avituallamiento. Paro a comer un poco y, como la subida es larga, me echo un par de plátanos al bolsillo e inicio el largo ascenso hacia la Ermita del Moral.


Este soy yo pedaleando hacia la campa de Ucieda

El ascenso es duro y exigente. Me apena ver a algunos ciclistas que descienden, retirados, con cara de circunstancias. Especialmente triste es la expresión de uno de ellos que baja andando al lado de su bici, con el sillín colgando de la tija. Quiero pensar que la decepción de una avería que tira por la borda el enorme esfuerzo de preparación y las grandes dosis de ilusión quizás se compense con un poco de optimismo pensando que habrá una próxima ocasión.

Cerca del alto comienzo a oír el mítico sonido y el vozarrón del que, en mi anterior Soplao fue el "misterioso hombre del campano". Este aficionado nos ha alegrado la subida al Moral a miles de participantes, con sus mensajes sarcásticos de ánimo. "Venga, que este año os veo muy mal". "Vamos, que esto no es un paseo".

Hace unos meses conocí en persona al ya legendario hombre del campano. Es Yayón, del club MTB Valle de Buelna. Un gran aficionado a la bici. Es ya un clásico del Soplao. Días antes de la prueba muchas personas preguntaban en el foro: ¿estará este año el hombre del campano?. La alegría de oírle me dio fuerzas adicionales como para hacer la siguiente subida sin esfuerzo. Me saludó muy efusivo al pasar. Gracias, legendario hombre del campano.


Yayón, el legendario hombre del campano


La subida llega a su fin en la campa de la Ermita del Moral. Desde la pista parece que se funde con el cielo. Una tormenta cercana ruge con sus truenos y amenaza con pasar por agua el estupendo día que estamos disfrutando. Pero de momento hace sol.


Parece que el alto del moral está casi en el cielo


Al poco de coronar el alto veo subir por la otra vertiente al primer clasificado, Litu, al que ya sólo le queda un rápido descenso hasta Cabezón. A mí me queda todavía la mitad del Soplao. Nunca entenderé de qué está hecha esta gente capaz de duplicar mi velocidad en la bici, a pesar de todo lo que me entreno y me esfuerzo. ¡Enhorabuena, campeón!

Durante el largo descenso por el Arroyo Juzmeana me cruzo con numerosos participantes que suben ya de regreso hacia la meta, y les felicito al pasar como campeones que son.

Al llegar abajo me encuentro a mis amigos y a mi familia. Paso un rato con ellos y me ayudan a mitigar con un poco de reflex el dolor que me ha aparecido en un hombro. Por suerte el dolor fue a menos y no me impidió disfrutar del resto del día.

La Cruz de Fuentes

La subida al alto de la Cruz de Fuentes es la más exigente de la prueba por su desnivel y longitud. La inicio con un poco de miedo pues es aquí, mediada la subida, por el kilómetro 100, donde me había atacado en las dos ocasiones anteriores el famoso hombre del mazo, la pájara que te deja sin fuerzas.

Por suerte, hoy he comido y bebido con regularidad, siguiendo el consejo: comer sin hambre, beber sin sed. Por el kilómetro 100 miraba yo entre las hayas del frondoso bosque de Bárcena por si aparecía entre ellas el hombre del mazo, pero en esta ocasión no lo encontré. Quizás le hayamos ahuyentado entre tantos miles de ciclistas, je, je.

Llueve débilmente mientras los truenos de la tormenta cercana siguen sonando amenazadores. Por suerte la tormenta nos esquiva y en poco tiempo deja de llover.

La subida es larga pero no menos bella. Subo a ritmo y poco a poco voy alcanzando la cumbre. El ver a lo lejos la cruz que da nombre al alto es muy emotivo, porque significa que lo más duro del Soplao está ya hecho.

Pasado el alto hay un cambio en el recorrido. Un desvío a la derecha nos evita la carretera de Palombera y nos permite disfrutar de un trepidante descenso por un bonito bosque. Claro, eso sí, después de bajar hay que subir lo bajado. Es un ascenso adicional, que este año ha endurecido un poco más una prueba ya de por sí dura, aunque haciéndola aún más bella.


Salimos de la Cruz de Fuentes


El desvío llega hasta los verdes prados de Ozcaba, donde encuentro un nuevo avituallamiento. Paro un rato a comer y sigo en ascenso hacia la Venta Vieja. Aquí lo pasé mal el primer año por el barro, pero ahora la pista está arreglada y es fácil.

Después de coronar la Venta Vieja, un rápido descenso por una pista pedregosa me lleva hasta los pueblos de Colsa y Los Tojos. Unos chavalillos me aplauden y animan al pasar. Me emociono igual que el primer año. Son ya más de 10 horas sobre la bici y el cansancio del esfuerzo continuado deja las emociones a flor de piel. Es increíble la cantidad de gente que anima desde las cunetas, desde los pueblos, desde los altos, gracias a todos.

Después de Los Tojos hay un divertido descenso por una carretera muy revirada. Cuando acaban las curvas me vuelvo a emocionar, ahora pensando que voy a ver de nuevo a los míos. Ahí están, esperando pacientemente para hacerme el último avituallamiento y darme las últimas palabras, besos y abrazos antes del último ascenso.

La última subida y llegada a meta

Paso un rato con Paula, Tony y mis amigos. Voy bien de fuerzas, les cuento, y estoy disfrutando como un enano. Me despido de ellos para afrontar el último esfuerzo del día y hago un caballito para "hacerme el chulo". "Nos vemos en la meta de Cabezón", les digo.


Haciendo un caballito antes de afrontar la última subida


Toca volver a ascender a la Ermita del Moral. Charlo con algunos ciclistas que hacen su primer Soplao. Me preguntan ¿Queda mucho? ¿Es dura esta subida?. La charla hace más llevadera la subida, que se hace dura porque las fuerzas están ya mermadas. La pendiente va en ascenso y los últimos dos kilómetros se hacen interminables. Parece que estoy parado, pero el alto se va aproximando lenta, muy lentamente, pero sin parar.


El sol brilla entre la niebla al llegar al alto del Moral


Por fin, llego arriba. Sólo queda el descenso hacia Cabezón. Mi cuarto Soplao está a punto de acabar. Aunque la gente del avituallamiento me invita a parar les digo que ya hay muchas ganas de llegar, y no me detengo.

La ladera Norte está llena de niebla por lo que debo abrigarme. Por suerte no es una niebla muy espesa y la visibilidad es más o menos buena. Viene bien, pues el descenso es rápido y lleno de traicioneros baches.

Al principio de la bajada me vuelvo a encontrar con Yayón, el hombre del campano. Sigue allí, dando campanazos y animando y felicitando a los que bajamos. Me dedica una gran enhorabuena que me sabe a victoria. Luego oí que siguió allí hasta bien entrada la noche animando a todos los ciclistas que estábamos ya cerca de finalizar el Soplao.

Casi sin darme cuenta estoy en la campa de Ucieda. Avanzo por la carretera a más de 30 km/h con la ilusión de estar ya llegando. A medida que me acerco a Cabezón van asomando a mis ojos algunas lágrimas de emoción. Voy a acabar mi cuarto Soplao, este tan especial que marcará un hito en mi recuperación.

En seguida llego a la meta. Doce horas y media sobre la bici. Las emociones son intensas, tanto como en aquella ocasión en la que, de noche, con muchas más horas  de esfuerzo, acabé mi primer Soplao. El abrazo que me fundió con Paula, y luego con Tony, Javier y Conchi, no lo podré olvidar.


Mi llegada a Cabezón

Y después

Hace no más de 13 meses no sabía si podría volver a montar en bici, aunque nunca perdí el optimismo y me veía a mí mismo pedaleando durante más de doce horas para recorrer junto a otros cuantos miles de ciclistas esos caminos de Cantabria. La fe en poder hacerlo, apoyada en la fuerza que me dieron todos los que me acompañaron en mi camino consiguieron que hoy esté redactando esta crónica, con la satisfacción del reto cumplido.

Son muchos los sentimientos de agradecimiento a todos los que ha contribuido a mi recuperación. Empezando por mis padres, que me enseñaron la pasión del deporte y la naturaleza que me han guiado hasta aquí. No puedo dejar de emocionarme al recordar todo el camino recorrido de la mano de Paula, mi amiga compañera, con el ánimo constante de nuestros hijos Ana y Miguel. También agradezco a mis hermanos y al resto de la familia por sus muestras constantes de afecto, así como a mis amigos, a mis compañeros de la bici, a la gran familia del ForoCantabriaMTB, a mis compañeros de trabajo, ...

Apoyándome en la fuerza de los ánimos que me prestaban entre todos, unida a la experiencia de superación que le da a uno el haber completado retos como los 10000 de Soplao, conseguí la fuerza mental que se resume en la frase de Kipling: "Piensa que puedes, y podrás". Gracias a todos por ayudarme a completar mi Soplao.



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